Italia acoge algunos de los certámenes más prestigiosos de aceite de oliva virgen extra, concebidos para valorizar las producciones territoriales de denominación protegida y actualmente reconocidos en el ámbito internacional. Entre ellos cabe mencionar: el Ercole Olivario, el Sol d’Oro, el Sirena d’Oro y el Evo IOOC, para nombrar solo algunos. En cuanto a los demás Países, en cambio, vale la pena señalar el NYOOC de New York City, el TerraOlivo de Jerusalén, el Olivinus de Mendoza (Argentina), el Canadian International Olive Oil Competition, el Anatolian IOOC (Turquía), el Japan Olive Oil Prize, el Athena International Olive Oil Competition (Grecia).
Casi todos los concursos oleícolas se celebraron también durante los confinamientos que caracterizaron los momentos más críticos de la emergencia sanitaria. Debido a la pandemia, se tramitaron modalidades nuevas para poder garantizar tanto la seguridad sanitaria, como la máxima transparencia en los procedimientos de selección y evaluación, también a distancia. Al fin y al cabo, el mundo de los concursos nunca se detuvo.
No cabe duda de que estos certámenes son muy importantes para los productores de alta calidad. Junto a las inversiones en el marketing de los ámbitos tradicionales, los concursos son una forma importante de promoción para los productores de aceite de oliva. Los premios conseguidos, de hecho, son a menudo una ocasión excelente de visibilidad para los que quieren construir el reconocimiento de su marca y a lo mejor acceder a nuevos mercados.
Por lo general, todo productor nominado a un premio logra visibilidad gratuita y mayor conocimiento de su marca. Además, los premios recibidos son un excelente punto de partida para los que quieren salir al mercado internacional. No hay que olvidar, por ejemplo, que en Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Japón y en algunos países del sudeste asiático los consumidores le otorgan mucha importancia a estos reconocimientos y están dispuestos a pagar un precio más elevado por un producto que se haya clasificado.
Sin embargo, la participación en un concurso oleícola es un esfuerzo económico notable, en particular para los pequeños productores: a la cuota de inscripción hay que añadir el costo de envío de las muestras para la cata (que se estima entre 250 y 500 euros, por término medio).
Si a esto le añadimos que en los últimos años surgieron muchísimos concursos, el productor que aborda por primera vez esta oportunidad queda desconcertado.
Por dicha razón, antes de participar se aconseja evaluar la fiabilidad del organizador como también la congruencia con las estrategias comerciales y los objetivos de posicionamiento de mercado propios. Cabe mencionar que no hay por qué inscribirse en muchos concursos, resulta mucho más útil examinar los más acreditados escogiendo, entre ellos, el que puede ofrecer una salida al mercado objetivo.
Por último, hay que tener en cuenta que ganando un premio no se abren automáticamente las puertas del mercado. En realidad, hay que encarar una multitud de trabas burocráticas y comerciales. Cada país exige estándares específicos, también en cuanto al etiquetado; por consiguiente hay que conocer con exactitud todos los trámites. Para Canadá, por ejemplo, es necesario que la Agencia de Impuestos canadiense (Canada Revenue Agency – Cra)- expida un Business Number (Bn), imprescindible para abrir una cuenta de importación/exportación. Por dicha razón, nuestro Grupo, entre los servicios de asesoramiento que ofrece, cuenta con el de ayuda para cumplimentar estos trámites burocráticos.